Al sur del río Duero está prohibido cazar
lobos. Al hacer esta afirmación surgen diferentes cuestiones. La primera es
que, por qué a pesar de estar prohibido se sigue haciendo, quebrantando la ley,
como ocurre en tantas otras cuestiones de este país. Y la otra, por qué el lobo
no está protegido absolutamente en todo el territorio ibérico. En la historia
que rodea a la protección del lobo hay cabida para todo: política,
estigmatización, el negocio de la caza ilegal, lobos híbridos… Y como siempre,
lo que lo domina todo: el dinero. Las vilezas del hombre que nada tienen o
tendrían que ver con la naturaleza, son finalmente las que castigan y matan al
lobo en España.
Al norte del río Duero se matan lobos
impunemente. Para controlar la población que, se dice, causa estragos en el
ganado, y por tanto, pérdidas económicas a los ganaderos. Nuevamente este hecho
genera numerosas aristas. Por un lado encontramos al sector ganadero, que desde
diferentes plataformas, aboga por la destrucción del lobo. O que si hay lobo
“que la sociedad lo pague”. Lo cierto es que no hay ayudas económicas reales
para el ganadero ante las bajas que los lobos pueden generar en los rebaños. El
sector se encuentra ante la tesitura de tener que pagar una especie de seguro al
gobierno de forma que éste pueda sufragar dichos daños. Y claro, no hay
ganadero dispuesto a hacerlo. Sin embargo hay soluciones que pueden pasar por
encima de la muerte y el dinero, aunque éstas parezcan dos barreras imposibles
de superar. Los mastines adiestrados para la guarda del ganado, el vallado, la
vigilancia nocturna, no dejar al rebaño suelto por la noche sino llevarlo al
redil. Pero parece que reeducarse en hábitos que permitan la convivencia del
hombre y el lobo resulta extremadamente difícil para ciertas personas.
Los problemas no acaban aquí. Quienes dicen
que cazar al lobo es necesario (entre ellos nuestro Ministro de Agricultura,
Alimentación y Medio Ambiente, el señor Arias Cañete que quiere que una especie
en peligro -y emblemática de nuestra tierra- como el lobo ibérico sea
considerada de interés cinegético) sacan a colación el peligro de los híbridos.
Se habla de ejemplares mitad perro, mitad lobo, que atacan a los animales
domésticos. Y que deberían erradicarse sin mesura pues, al fin de al cabo, no
se trata de lobos ibéricos puros. Así que, dicho y hecho, batidas de caza y
varios ejemplares muertos. Pero ¿cómo se diferencia a un lobo ibérico de un
híbrido? Los biólogos han hablado y han dejado claro el hecho de que a simple
vista resulta imposible diferenciarlos, pues, lo cierto es que el nivel de
hibridación, en caso de haberse dado, es tan bajo, que la única manera de distinguir
a dichos animales es mediante un exhaustivo y complejo estudio genético. Además
el ya comentado bajo porcentaje de hibridación no supone una amenaza para la
perpetuación de los genes del lobo ibérico como especie endémica. Entre otras
cosas porque el contacto entre perros y lobos, al contrario de lo que nos han
contado en las películas, es sumamente difícil. No olvidemos que, aunque
semejantes, se trata de dos especies distintas. A parte de que ningún animal,
híbrido o no, debería pagar con la muerte la irresponsabilidad humana.
Un incidente que deja en evidencia cuanta aberración
rodea al lobo: en una de las batidas para el control de la población, promovidas
desde los organismos públicos, se abatieron dos ejemplares en el Parque
Nacional Picos de Europa (sí, habéis leído bien, “Parque Nacional”). Uno de
ellos llevaba al cuello un collar con un transmisor. Se trataba del lobo
bautizado por los científicos que lo habían marcado como Marley. En su día
poder capturar, tomar datos de estudio, y colocar el transmisor a Marley para
dejarlo posteriormente en libertad, costó al gobierno la friolera de 125.000
euros. El mismo gobierno que autorizó su asesinato años después. Otra noticia
que al leerla no nos sorprende (que sí indigna) de la diligencia de nuestros
dirigentes.
Y son más aún las sombras que acechan a este
magnífico animal. Para determinados ricachones desalmados (y descerebrados, digámoslo)
la cabeza de un lobo macho bien le puede hacer desembolsar 70.000 euros, dando
lugar a una asquerosa y oscura trama de caza ilegal. Mientras, algunos
ganaderos han caído presa de la conspiranoia y hablan de que los ejemplares
híbridos han sido liberados intencionadamente, por alguna especie de mano
negra, sin más motivación que ¡dañar a
su sector!